El ser humano debe estar en el centro de los Territorios Inteligentes

 

Un reciente artículo publicado por el artista y profesor de diseño y artes de la computación, Chris Salter, en la revista MIT Technology Review[1], alerta sobre lo fallidas que pueden resultar las expectativas que se tienen sobre las Smart Cities si no se pone al centro de su desarrollo el componente más fundamental: los seres humanos.

 

¿Por qué es necesario poner al ser humano en el centro de los Territorios Inteligentes?

Por: Maria Cecilia Hernandez y Gabriel E. Levy B.
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Tal y como lo describe el profesor de la Universidad de Concordia, Salter, desde su perspectiva, actualmente hay dos visiones de las ciudades inteligentes: la de un “campo de batalla repleto de sensores” y la de una urbe interconectada, instrumentada y “habilitada por las tecnologías de detección distribuida y minería masiva de datos”.

Para el autor, estos dos caminos, que él avizora en el desarrollo de las Smart Cities, parecen carecer de lo que él denomina “un ingrediente central: los seres humanos, que siempre son lo primero que se sacrifica, ya sea en el campo de batalla o en la maquinaria de extracción de datos de las tecnologías inteligentes”.

En este panorama, el concepto de ciudad inteligente cuenta con una definición contemporánea que, para el gigante de la tecnología IBM, se traduce en tres conceptos clave: instrumentación, interconexión e inteligencia.

“La “instrumentación” se refiere a las tecnologías de sensores, mientras que la “interconexión” describe la integración de datos de los sensores en las plataformas computacionales “que permiten la comunicación de esa información entre varios servicios de la ciudad”. Una ciudad inteligente es tan buena como la inteligencia imaginada que produce o extrae”, explica Chris Salter[2].

No obstante, otros especialistas usan definiciones distintas para entender las Smart Cities. Según Juan Murillo, director de Innovación y Desarrollo de Negocio en Zubi Cities, en entrevista para el portal de BBVA, “una ciudad inteligente detecta las necesidades de sus ciudadanos y reacciona a estas demandas, transformando las interacciones de los ciudadanos con los sistemas y elementos de servicio público en conocimiento”[3].

Por otra parte, para la red multinacional de servicios profesionales Deloitte, en su Estudio y guía metodológica sobre Ciudades Inteligentes[4], el concepto de Smart City exige una relación con ciudadanos, turistas, proveedores y trabajadores públicos, basada en la transparencia, la rendición de cuentas, el adecuado uso y consumo de los recursos y la identificación temprana de necesidades.

La aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y asegurar un desarrollo económico, social y ambiental sostenible, son elementos comunes a todas las definiciones; sin embargo, no parece existir un acuerdo respecto al concepto de Smart City o de los elementos mínimos que han de estar presentes en una ciudad para que pueda ser considerada como tal.

Al parecer, mientras más alejada de los seres humanos esté la concepción de “Smart Cities”, menos protagónicas son las personas en el efectivo desarrollo de una ciudad inteligente. O, incluso, desde una postura más apocalíptica, como la planteada por el profesor Chris Salter: de no ponerse al centro a la humanidad, los ciudadanos terminarían operando como mero instrumento y repositorio útil de datos para múltiples fines (comercial, bélico, etc.), excepto para el bienestar humano.

A pesar de esta visión más bien pesimista, al analizar, por ejemplo, las 10 dimensiones que sirven para valorar una ciudad como inteligente (gobernanza, planificación urbana, gestión pública, tecnología, medioambiente, proyección internacional, cohesión social, movilidad y transporte, capital humano y economía) y los avances logrados por ciudades y territorios que se encuentran en el ranking global de ciudades inteligentes, se puede evidenciar el protagonismo que ha cobrado la ciudadanía en tales casos.

El caso de Londres

Esta gran urbe europea ha definido seis misiones en su plan de convertirse en Smart City, un plan denominado Smarter London Together[5], elaborado mediante reuniones con ciudadanía y especialistas para escuchar y evaluar las necesidades y los deseos reales de los londinenses. Aunque casi todos los objetivos del plan incluyen a la ciudadanía o la tienen como foco, algunos de ellos la mencionan de forma explícita:

Acceso digital para todos, para permitir que los londinenses obtengan las habilidades, las conexiones, los dispositivos y todos los apoyos que necesiten para estar en línea. Este eje de trabajo contiene tres proyectos específicos en los que los habitantes de Londres son el centro de la acción: Londres conectada, Habilidades digitales básicas y Programa de innovación en inclusión digital.

Nueva plataforma de datos de la ciudad, para utilizar mejor los datos colectivos, de forma legal, ética y segura en beneficio de todos los londinenses.

Nueva Carta de Tecnología Emergente, para guiar e informar a los londinenses sobre la forma en que se prueban e implementan nuevas tecnologías en la ciudad.

Plataformas digitales comunes, para servir mejor a los londinenses mediante la creación de la capacidad digital y de datos interna necesaria para fabricar, compartir, reutilizar o comprar productos y servicios.

Uno de los principales objetivos de este plan es hacer de Londres un mejor lugar para vivir, trabajar y visitar, y, sobre todo, equipar a sus ciudadanos con las herramientas y las habilidades necesarias para trascender el mero instrumento tecnológico y aprovechar lo que se venga con la inteligencia artificial y después de ella.

París, Nueva York y Tokyo: movilidad como meta

Estas tres ciudades, ubicadas en el top de Smart Cities, comparten una problemática común: la movilidad de sus habitantes y las emisiones contaminantes al medio ambiente a causa del transporte.

En el caso de París, la ciudad ha diseñado el plan París Smart City 2050 con el que busca reducir hasta en un 75% la emisión de gases efecto invernadero. La propuesta, presentada por el arquitecto Vincent Callebaut al Ayuntamiento de París en 2015, pretende integrar en un núcleo urbano edificios empresariales y residenciales ecológicos, mediante la combinación de innovación arquitectónica e implementación de tecnologías de información y Big Data.

Sumada a esta propuesta se encuentra la iniciativa de reestructuración completa del sistema de transporte a través del desarrollo del Grand Paris Express, que incluye un metro 100 % automatizado con ayuda de tecnologías de Big Data.

Si bien ambas iniciativas tienen en cuenta los tres conceptos clave mencionados por IBM para la definición contemporánea de Smart Cities (instrumentación, interconexión e inteligencia), las proyecciones presentadas por el Callebaut al Ayuntamiento de París, no parecen acercarse a los escenarios de terror planteados por el profesor Salter:  “campo de batalla repleto de sensores” y “urbe interconectada, instrumentada y habilitada por las tecnologías de detección distribuida y minería masiva de datos”.

En una vía muy diferente, algunas de las Smart Cities más avanzadas no solo ponen al ser humano en el centro de la discusión, sino que además enfatizan en la necesidad de discutir y decidir sobre aspectos como la sostenibilidad y la ética de las ciudades inteligentes[6].

Según la periodista especializada en TIC, Karma Peiró, quien además es coordinadora de Comunidades Tecnológicas en la Dirección de Creatividad e Innovación del Ayuntamiento de Barcelona, el desarrollo sostenible dependerá de cómo se gestione el crecimiento urbano, especialmente en países de ingresos bajos y medios (donde se prevé que el ritmo de urbanización sea más rápido) y cómo satisfacer las necesidades comunes de todos los países (vivienda, educación, transporte, salud, trabajo, producción de energía, etc.).

Lo que se tiene claro es que parte de la resolución de estas problemáticas contará con la intervención de sistemas inteligentes basados en tecnología móvil y sensores, entrenados con datos que se recuperan del pasado y del tiempo real. Para Peiró:

“El reto será cómo perfeccionarlos para que de verdad ayuden en la toma de decisiones humanas y no comporten errores graves para las personas. Es lo que se ha definido como “humanismo tecnológico”, que pretende que la tecnología esté al servicio de las personas y no al revés. Si no se consigue, corremos el riesgo de perder la confianza en nuestras instituciones, en nuestros gobiernos y en las empresas que nos prestan el servicio”[7].

Como una luz de esperanza, el profesor Chris Salter concluye su artículo advirtiendo la urgencia de poner a los seres humanos al centro de la discusión y las decisiones de las ciudades inteligentes.

“Si damos por sentado que los datos son más importantes que las personas que los crean, reducimos el alcance y el potencial de lo que los diversos seres humanos pueden aportar a la “ciudad inteligente” del presente y del futuro. Pero la verdadera ciudad “inteligente” no solo consiste en flujos de mercancías y redes de información que generan ingresos para las empresas como Cisco o Amazon. La inteligencia proviene de los diversos seres humanos de diferentes géneros, culturas y clases cuyas identidades ricas, complejas e incluso frágiles al final hace que la ciudad sea lo que es”[8].

En conclusión, al respecto de la transformación tecnológica necesaria para convertirse en una ciudad verdaderamente inteligente, vale la pena preguntarse por el carácter de “bueno” o “malo” de la tecnología. No obstante, podría ser más provechoso indagar por el rol activo o pasivo que debemos tener los seres humanos en el desarrollo y el uso de estos nuevos recursos y nuestra capacidad de agencia para discernir y decidir sobre el alcance y el marco ético que se le de a los mismos. Al fin y al cabo, es importante recordar que un aparato, per sé, no es malo ni bueno y que su utilidad está determinada por el humano que lo crea y lo opera.

 

 

[1] MIT Technology Review. (11 de noviembre de 2022). Las ‘smart cities’, una utopía inalcanzable desde hace 60 años. Disponible en https://www.technologyreview.es//s/14806/las-smart-cities-una-utopia-inalcanzable-desde-hace-60-anos
[2] Op. Cit. Disponible en https://www.technologyreview.es//s/14806/las-smart-cities-una-utopia-inalcanzable-desde-hace-60-anos
[3] BBVA. (sf). ¿Qué son las ‘smart cities’? Disponible en https://www.bbva.com/es/las-smart-cities/
[4] Deloitte. (2015). Estudio y Guía metodológica sobre Ciudades Inteligentes. Disponible en https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/es/Documents/sector-publico/Deloitt_ES_Sector_Publico_Estudio-sobre-ciudades-inteligentes.pdf
[5] Ver más sobre el programa en https://www.london.gov.uk/programmes-strategies/business-and-economy/supporting-londons-sectors/smart-london/priorities-and-programmes-2021-and-beyond
[6] Mark, R. y Anya, G. (2019). Ethics of Using Smart City AI and Big Data: The case of Four Large European Cities. En ScienceDirect, 2(2): 1-36. Disponible en https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2515856220300122
[7] Barcelona Metrópolis. (octubre de 2022). Ciudades inteligentes, sostenibles y éticas. Disponible en https://www.barcelona.cat/metropolis/es/contenidos/ciudades-inteligentes-sostenibles-y-eticas
[8] Op. Cit. Disponible en https://www.technologyreview.es//s/14806/las-smart-cities-una-utopia-inalcanzable-desde-hace-60-anos

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