En lo más profundo de las montañas y selvas de Guatemala, donde la electricidad aún es un lujo inalcanzable, una revolución silenciosa está encendiendo luces, cargando teléfonos y conectando al mundo rural a la red global.
José Ordóñez, un guatemalteco que dejó atrás Wall Street y el sector de las energías renovables en Europa, lidera esta transformación.
Desde su regreso a Guatemala, ha tomado las riendas de Kingo, una empresa que tiene como misión llevar energía solar e internet a las zonas más remotas del país.
El inicio de la revolución solar
Por: Gabriel E. Levy B.
Un reciente artículo del diario el País, reveló recientemente el increíble trabajo que realiza José Ordoñez en Guatemala.
“Lo que Juan Rodríguez vio fue una necesidad apremiante”, explica Ordóñez. Rodríguez, un joven emprendedor guatemalteco, fundó Kingo hace 11 años para abordar uno de los mayores desafíos de las comunidades rurales de Guatemala: la falta de electricidad.
En ese momento, más de dos millones de personas vivían en áreas sin acceso a la red eléctrica, dependiendo de velas, querosén y leña para iluminar sus hogares y realizar sus actividades diarias.
Con una visión clara y una voluntad férrea, Kingo comenzó a operar en los departamentos de Alta Verapaz y Petén, los cuales tenían una cobertura eléctrica mínima.
Rodríguez y su equipo desplegaron pequeños sistemas de energía solar que permitían iluminar las casas y cargar dispositivos básicos.
Lo innovador de su enfoque fue la modalidad de prepago, que permitía a las personas comprar energía de la misma manera que recargaban crédito en sus teléfonos móviles. Así, la electricidad dejó de ser un servicio inalcanzable para convertirse en una necesidad cotidiana disponible en las tiendas locales.
El éxito fue tal que Kingo rápidamente expandió sus operaciones a otras áreas rurales, ofreciendo una alternativa sustentable y accesible para aquellos que habían estado marginados por el sistema eléctrico tradicional. La empresa ha levantado capital de mercados internacionales, algo fundamental para financiar su crecimiento, como señala Ordóñez: “Kingo es un startup de tecnología que levanta capital riesgo, y así es como hemos logrado crecer”.
Desafíos y expansión en la era de Ordóñez
Cuando José Ordóñez asumió la dirección de Kingo, lo hizo con una visión aún más ambiciosa. Habiendo trabajado en energías renovables en Europa y Wall Street, Ordóñez llegó con un bagaje de experiencia y conocimientos que le permitieron llevar a Kingo a nuevas alturas. Bajo su liderazgo, la compañía no solo siguió expandiéndose en las zonas más remotas de Guatemala, sino que también introdujo nuevos servicios que responden a las necesidades emergentes de estas comunidades.
Uno de los mayores logros de la nueva administración ha sido la incorporación de internet a su oferta de servicios. En colaboración con Starlink, Kingo lanzó un programa piloto en comunidades rurales para proporcionar acceso a internet satelital. Ordóñez recuerda con entusiasmo el impacto de este proyecto piloto: “Fue un éxito rotundo, y la demanda en las mismas comunidades en las que ya ofrecíamos energía fue impresionante”.
El sistema de internet también sigue el modelo de prepago, lo que permite a los usuarios comprar tiempo de conexión de manera flexible, adaptándose a sus presupuestos. La infraestructura detrás de este proyecto es igualmente innovadora, con antenas que transmiten la señal de internet en un radio de hasta un kilómetro. Este acceso a la red digital ha abierto un mundo de posibilidades para las comunidades, conectándolas no solo entre sí, sino también con el resto del mundo.
El acceso a la energía como derecho fundamental
En el corazón de la misión de Kingo está la convicción de que el acceso a la energía y al internet no es solo una necesidad práctica, sino un derecho fundamental. La falta de electricidad en las comunidades rurales no solo dificulta la vida cotidiana, sino que perpetúa la desigualdad y la pobreza. Sin acceso a la energía, los estudiantes no pueden estudiar por la noche, los negocios no pueden operar después del atardecer, y las familias se ven obligadas a gastar una parte considerable de sus ingresos en querosén y velas, soluciones costosas y peligrosas.
El modelo de negocio de Kingo se ha adaptado a estas realidades, ofreciendo sistemas que van desde los más básicos, que solo permiten encender luces y cargar teléfonos, hasta opciones más avanzadas que permiten conectar electrodomésticos como televisores y refrigeradoras. Además, Kingo ha desarrollado un sistema llamado “frío por servicio”, en el cual las embotelladoras pagan una tarifa mensual para que sus productos se mantengan fríos en refrigeradoras que funcionan con energía solar.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos que enfrenta la empresa es la falta de infraestructura en muchas de las áreas a las que llega. Las zonas rurales de Guatemala son a menudo inaccesibles y aisladas, lo que dificulta la instalación de equipos y el mantenimiento de estos. A pesar de estos obstáculos, el equipo de Kingo ha demostrado una notable capacidad de adaptación, utilizando tecnología avanzada y soluciones innovadoras para superar estas barreras.
Impacto en comunidades y casos emblemáticos
El impacto de Kingo en las comunidades rurales de Guatemala es difícil de subestimar. Según datos de la empresa, ya tienen presencia en 700 comunidades de los departamentos de Petén, Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz e Izabal, y han llevado electricidad y conectividad a más de 250.000 usuarios. Esto significa que cientos de miles de personas que antes vivían en la oscuridad ahora tienen acceso a la electricidad y, más recientemente, al internet.
Un ejemplo particularmente emblemático del impacto de Kingo se encuentra en La Guajira, Colombia. Hace cinco años, la empresa comenzó a operar en esta región desértica, una de las más aisladas del país, donde las condiciones de vida son extremadamente duras. El éxito del proyecto en La Guajira no solo demostró que el modelo de Kingo podía replicarse fuera de Guatemala, sino que también puso de manifiesto el potencial de esta tecnología para transformar la vida en otras partes del mundo en desarrollo.
Además, Kingo ha trabajado con el Ministerio de Educación de Guatemala para llevar energía a 300 escuelas rurales, permitiendo que los estudiantes accedan a herramientas educativas y mejoren sus condiciones de aprendizaje.
En conclusión
Kingo ha cambiado la vida de cientos de miles de guatemaltecos al llevarles energía y conectividad. Bajo la dirección de José Ordóñez, la empresa ha ampliado su alcance y ha introducido servicios esenciales como el internet satelital. Con planes para llegar a más comunidades, Kingo no solo ilumina hogares, sino también el futuro de quienes habían estado relegados a la oscuridad.