Resiliencia Territorial: la revolución digital en la adaptación y mitigación de riesgos

En un mundo en constante cambio y desafío debido al cambio climático, los fenómenos naturales ya no son episodios aislados, sino advertencias palpables de un territorio en busca de resiliencia.

Recientemente, Viña del Mar, en la región de Valparaíso, se vio sacudida por un socavón en el campo dunar de Concón. Esta emergencia, que llevó a la evacuación de más de 200 personas de cuatro edificios, fue ocasionada por los deslizamientos provocados por un sistema frontal.

¿Qué es la Resilencia Territorial y por qué es importante?

Por: Gabriel E. Levy B.

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La Resiliencia Territorial se refiere a la capacidad de un territorio y su comunidad para anticipar, enfrentar, adaptarse y recuperarse de adversidades, particularmente aquellas derivadas del cambio climático y fenómenos naturales asociados. No es solo una cuestión de resistir impactos, sino de transformarse y evolucionar para garantizar el bienestar sostenible de sus habitantes. Según [Pike, Dawley, & Tomaney, 2010], la resiliencia territorial es una interacción dinámica entre vulnerabilidad y adaptabilidad. Esta se manifiesta no solo en la infraestructura física, sino también en el capital humano, social y económico del territorio.

De esta forma, se reconoce que un territorio resiliente no es aquel que simplemente «resiste» o «vuelve al estado anterior» tras un shock, sino aquel que se adapta, aprende y emerge fortalecido, listo para enfrentar desafíos futuros con mayor preparación y conocimiento.

Resiliencia Territorial: la revolución digital en la adaptación y mitigación de riesgos

En los últimos años, el cambio climático ha dejado de ser un simple debate para convertirse en una realidad tangible que amenaza el bienestar de las poblaciones y la integridad de los territorios. Frente a este escenario, surge con urgencia el concepto de resiliencia territorial, la capacidad de un territorio y su población de adaptarse y enfrentar los efectos adversos del cambio climático. Y, en este marco, la digitalización emerge como un aliado indiscutible en la misión de adaptación y mitigación de riesgos.

El despertar de la era digital

La revolución digital nos ha brindado herramientas sin precedentes para comprender y actuar sobre nuestro entorno. En el ámbito de la resiliencia territorial, las tecnologías digitales se traducen en sistemas de monitoreo en tiempo real, plataformas de gestión de emergencias y herramientas de respuesta rápida que pueden marcar la diferencia entre la prevención y el desastre.

Sensores: los vigías del territorio

Los sensores, diminutos dispositivos capaces de recoger y enviar datos en tiempo real, son unos de los protagonistas en esta cruzada digital por la resiliencia. Ubicados estratégicamente, pueden monitorizar parámetros como la humedad, la temperatura, el nivel del mar o la concentración de ciertos gases en la atmósfera. Estos datos, transmitidos en tiempo real a centros de monitoreo, permiten detectar con anticipación fenómenos naturales adversos como tormentas, olas de calor o incrementos del nivel del mar.

Por ejemplo, en zonas propensas a inundaciones, un sistema de sensores puede alertar con horas o incluso días de anticipación sobre un posible desbordamiento, dando tiempo a las autoridades para evacuar áreas en riesgo o implementar barreras temporales.

Plataformas digitales: la centralización de la gestión de emergencias

Las plataformas digitales de gestión de emergencias son el cerebro detrás de la operación. Recogen datos de múltiples fuentes, desde satélites hasta los mencionados sensores, y los procesan para ofrecer una visión clara del estado del territorio en tiempo real. Estas plataformas permiten a los responsables tomar decisiones informadas y coordinar acciones rápidamente en caso de emergencia.

Un aspecto clave es la capacidad de estas plataformas de integrar a la comunidad. A través de aplicaciones móviles, los ciudadanos pueden recibir alertas, informar sobre incidencias o recibir instrucciones en caso de evacuación. La participación ciudadana, potenciada por la tecnología, se convierte en un pilar fundamental en la construcción de territorios resilientes.

Respuesta rápida: la inmediatez como aliado

La rapidez es esencial en la gestión de emergencias. La digitalización permite no solo detectar riesgos con antelación sino también activar protocolos de respuesta de manera casi instantánea. Drones que evalúan zonas afectadas, sistemas de comunicación que conectan a equipos de rescate o plataformas de distribución de recursos son solo algunas de las herramientas digitales que pueden marcar la diferencia en momentos críticos.

En los últimos años, el cambio climático ha dejado de ser un simple debate para convertirse en una realidad tangible que amenaza el bienestar de las poblaciones y la integridad de los territorios. Frente a este escenario, surge con urgencia el concepto de resiliencia territorial, la capacidad de un territorio y su población de adaptarse y enfrentar los efectos adversos del cambio climático. Y, en este marco, la digitalización emerge como un aliado indiscutible en la misión de adaptación y mitigación de riesgos.

El despertar de la era digital

La revolución digital nos ha brindado herramientas sin precedentes para comprender y actuar sobre nuestro entorno. En el ámbito de la resiliencia territorial, las tecnologías digitales se traducen en sistemas de monitoreo en tiempo real, plataformas de gestión de emergencias y herramientas de respuesta rápida que pueden marcar la diferencia entre la prevención y el desastre.

Sensores: los vigías del territorio

Los sensores, diminutos dispositivos capaces de recoger y enviar datos en tiempo real, son unos de los protagonistas en esta cruzada digital por la resiliencia. Ubicados estratégicamente, pueden monitorizar parámetros como la humedad, la temperatura, el nivel del mar o la concentración de ciertos gases en la atmósfera. Estos datos, transmitidos en tiempo real a centros de monitoreo, permiten detectar con anticipación fenómenos naturales adversos como tormentas, olas de calor o incrementos del nivel del mar.

Por ejemplo, en zonas propensas a inundaciones, un sistema de sensores puede alertar con horas o incluso días de anticipación sobre un posible desbordamiento, dando tiempo a las autoridades para evacuar áreas en riesgo o implementar barreras temporales.

Plataformas digitales: la centralización de la gestión de emergencias

Las plataformas digitales de gestión de emergencias son el cerebro detrás de la operación. Recogen datos de múltiples fuentes, desde satélites hasta los mencionados sensores, y los procesan para ofrecer una visión clara del estado del territorio en tiempo real. Estas plataformas permiten a los responsables tomar decisiones informadas y coordinar acciones rápidamente en caso de emergencia.

Un aspecto clave es la capacidad de estas plataformas de integrar a la comunidad. A través de aplicaciones móviles, los ciudadanos pueden recibir alertas, informar sobre incidencias o recibir instrucciones en caso de evacuación. La participación ciudadana, potenciada por la tecnología, se convierte en un pilar fundamental en la construcción de territorios resilientes.

Respuesta rápida: la inmediatez como aliado

La rapidez es esencial en la gestión de emergencias. La digitalización permite no solo detectar riesgos con antelación sino también activar protocolos de respuesta de manera casi instantánea. Drones que evalúan zonas afectadas, sistemas de comunicación que conectan a equipos de rescate o plataformas de distribución de recursos son solo algunas de las herramientas digitales que pueden marcar la diferencia en momentos críticos.

El socavón de Viña del Mar como un campanazo

En Viña del Mar, un nuevo socavón forzó la evacuación de cuatro edificios, afectando a más de 200 residentes, en menos de un mes desde un incidente similar. Las intensas lluvias, descritas como «extraordinarias» por las autoridades, causaron deslizamientos y el colapso del área. El incidente ha reavivado el debate sobre la construcción en dunas y ha suscitado preocupaciones sobre las prácticas edificatorias. Organizaciones locales y autoridades buscan respuestas y asumen responsabilidades mientras se emprenden investigaciones exhaustivas sobre las causas y responsabilidades

En conclusión, el reciente socavón en Viña del Mar es una manifestación palpable de las adversidades que enfrentan los territorios en tiempos de cambio climático y decisiones urbanísticas cuestionables. Este evento, que ocurre tras un incidente similar hace menos de un mes, pone de manifiesto la importancia de la resiliencia territorial y la necesidad de una planificación y gestión sostenibles. Las lluvias extraordinarias son un recordatorio de que no estamos simplemente enfrentando desafíos temporales, sino cambios estructurales en el clima y el paisaje.

Es crucial que las autoridades, en conjunto con la comunidad, reflexionen sobre las prácticas de construcción, especialmente en zonas vulnerables como las dunas. Estas emergencias, sumadas a la respuesta y las investigaciones subsiguientes, recalcan la importancia de anticiparse, adaptarse y actuar. En última instancia, la resiliencia territorial no es solo una responsabilidad institucional, sino una misión colectiva para garantizar el bienestar y la seguridad del territorio y sus habitantes.

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