Una llamarada solar puede parecer un fenómeno distante, casi poético.
Pero cuando su eyección de masa coronal viaja directamente hacia la Tierra, la historia cambia de tono.
Las auroras que prometen iluminar el cielo vienen acompañadas de una amenaza invisible: una posible disrupción tecnológica que pone en jaque a las llamadas “smartcities”, aquellas urbes que han delegado su funcionamiento vital a redes digitales interconectadas.
“La modernidad nos ha dejado ciegos al Sol”
Por: Gabriel E. Levy B.
El 13 de marzo de 1989, una tormenta solar dejó sin electricidad a más de seis millones de personas en Quebec, Canadá.
La red eléctrica colapsó en menos de dos minutos.
Lo que parecía un evento excepcional, más propio de un relato de ciencia ficción, fue el resultado de una tormenta geomagnética causada por una eyección de masa coronal. Aquella tormenta no solo oscureció ciudades, sino que también interrumpió señales de radio, sistemas de navegación y redes satelitales.
Décadas después, en plena era de la hiperconectividad, estas tormentas no han dejado de existir.
De hecho, el físico solar Daniel Baker, de la Universidad de Colorado, advirtió en 2019 que las condiciones están dadas para una supertormenta solar comparable a la de 1859, conocida como el Evento Carrington. Entonces, el telégrafo, tecnología punta de la época, colapsó globalmente, con operadores que recibieron descargas eléctricas y cables que ardieron.
La diferencia es que hoy no usamos cables de telégrafo: usamos inteligencia artificial, redes 5G, sensores distribuidos, vehículos autónomos, cámaras de videovigilancia, sistemas de transporte automatizados y miles de aplicaciones interconectadas que permiten que una ciudad “piense” y tome decisiones en tiempo real.
La revolución de las smartcities, según Carlo Ratti, director del Senseable City Lab del MIT, se basa en “digitalizar el espacio urbano”. Pero ¿qué ocurre cuando una tormenta solar interrumpe esa digitalización?
“Lo que no se ve, también quema”
Las tormentas solares, más precisamente llamadas tormentas geomagnéticas, son el resultado de perturbaciones en el campo magnético terrestre causadas por emisiones del Sol.
Cuando una eyección de masa coronal alcanza la Tierra, genera corrientes geomagnéticas inducidas que pueden dañar transformadores eléctricos, alterar satélites y desestabilizar sistemas de posicionamiento global (GPS).
Todo esto en cuestión de horas.
El problema para las smartcities es estructural. Estas urbes inteligentes funcionan sobre una base de tecnologías que requieren conectividad constante, baja latencia y grandes volúmenes de datos.
Un simple apagón o un error en la geolocalización puede colapsar el sistema de transporte automatizado, interrumpir la distribución de energía inteligente o desincronizar los sistemas de vigilancia y emergencia.
Como explica la urbanista y experta en resiliencia Judith Rodin en su libro The Resilience Dividend (2014), “la interdependencia digital aumenta la fragilidad de los sistemas urbanos”. Esta afirmación cobra un nuevo sentido cuando se enfrenta al impacto imprevisible de fenómenos espaciales.
El propio Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT) en Alemania ha desarrollado modelos de simulación que muestran cómo una tormenta geomagnética intensa podría inutilizar hasta un 60 % de los satélites de baja órbita en un escenario crítico, afectando directamente el Internet de las Cosas (IoT), esencial para la operación de sensores urbanos, gestión de residuos, iluminación pública y servicios de emergencia.
El contexto climático espacial, entonces, se vuelve una variable crucial para el diseño y la operación de las ciudades inteligentes. Pero, hasta el momento, no figura como un eje central en los manuales de planificación urbana.
“La inteligencia también puede ser vulnerable”
Una ciudad inteligente no solo depende de algoritmos y sensores; también de la estabilidad de las infraestructuras que los sostienen.
Esta dependencia es la que revela una debilidad crítica frente a eventos como las tormentas solares.
Investigadores del Instituto de Física Aplicada de la Academia Rusa de Ciencias han documentado cómo las variaciones en el campo magnético terrestre alteran el comportamiento de las redes eléctricas de alta tensión.
Estas alteraciones no se limitan a provocar apagones: también afectan el rendimiento de los sistemas SCADA (Supervisory Control and Data Acquisition), que controlan desde plantas potabilizadoras hasta el flujo del tráfico vehicular en muchas metrópolis modernas.
En palabras del investigador David Wallace-Wells, autor de The Uninhabitable Earth (2019), “la amenaza no siempre viene del colapso total, sino de la interrupción súbita del ritmo normal”.
Una ciudad que funciona mediante inteligencia artificial puede tomar decisiones automatizadas basadas en datos erróneos si estos provienen de sensores interferidos por una tormenta geomagnética. Esto podría provocar desvíos de tránsito injustificados, encendido masivo de alarmas, interrupciones en servicios hospitalarios o desconexión de redes eléctricas autónomas.
En ciudades como Singapur, Ámsterdam o Barcelona, consideradas referentes de smartcities, los niveles de automatización son tan elevados que una interrupción prolongada de sus sistemas interconectados podría convertirse en un problema de seguridad nacional.
Y, sin embargo, pocas de estas ciudades incluyen tormentas solares en sus mapas de riesgos o en sus protocolos de ciberresiliencia.
La paradoja de la inteligencia urbana es que, al delegar funciones a sistemas automatizados, se pierde la capacidad de respuesta humana en caso de falla. Como señaló Evgeny Morozov en su obra To Save Everything, Click Here (2013), la obsesión por soluciones tecnológicas invisibiliza la necesidad de sistemas redundantes y protocolos de emergencia analógicos.
“Luces en el cielo, sombras en la ciudad”
Casos recientes muestran cómo estas amenazas no son hipotéticas. En mayo de 2024, una tormenta solar clase G4 interrumpió los servicios de navegación de aeronaves en Escandinavia durante más de seis horas.
Aunque no causó accidentes, los vuelos debieron ser desviados y hubo fallos de comunicación intermitentes. La Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) alertó entonces que “las tormentas solares intensas podrían hacer inviables las rutas automatizadas”.
En 2022, la ciudad de San Francisco experimentó un corte parcial en su red de alumbrado público inteligente durante una tormenta geomagnética menor.
La causa fue la saturación de datos provenientes de sensores que, al recibir interferencias, enviaron señales erráticas que sobrecargaron el sistema. Aunque el apagón duró apenas unos minutos, el fallo se consideró una advertencia.
En Japón, donde las ciudades como Tokio y Osaka han implementado sistemas de energía distribuida basados en redes inteligentes, se han comenzado a ensayar simulacros de apagones geomagnéticos. El Ministerio de Ciencia y Tecnología ha emitido recomendaciones para incluir la previsión de clima espacial en los protocolos de infraestructura crítica.
Incluso empresas privadas como SpaceX debieron enfrentar la realidad de estos fenómenos. En febrero de 2022, una tormenta solar destruyó 40 satélites Starlink recién lanzados, al hacerlos perder altura y quemarse en la atmósfera. Esto afectó temporalmente la conectividad en zonas rurales de Estados Unidos y evidenció la fragilidad del soporte orbital de muchas tecnologías urbanas.
En conclusión,las tormentas solares, lejos de ser espectáculos astronómicos inofensivos, representan una amenaza tangible para las ciudades que han apostado por la automatización total. En una smartcity, la falla de un satélite, un transformador o un algoritmo puede desencadenar una cascada de disfunciones. La resiliencia urbana del siglo XXI no puede prescindir de la conciencia sobre el clima espacial. Si queremos que nuestras ciudades sean realmente inteligentes, deben ser también capaces de resistir la furia del Sol.
Referencias:
- Ratti, C. & Claudel, M. (2016). The City of Tomorrow: Sensors, Networks, Hackers, and the Future of Urban Life. Yale University Press.
- Rodin, J. (2014). The Resilience Dividend: Being Strong in a World Where Things Go Wrong. PublicAffairs.
- Baker, D. et al. (2019). Space Weather Impacts on Modern Technology. Space Weather Journal, American Geophysical Union.
- Wallace-Wells, D. (2019). The Uninhabitable Earth: Life After Warming. Tim Duggan Books.
- Morozov, E. (2013). To Save Everything, Click Here: The Folly of Technological Solutionism. PublicAffairs.
- Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT). (2022). Simulations of Geomagnetic Storm Effects on Urban IoT Systems.
- Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA). Reporte de impacto solar. Junio 2024.

